Brotes de impuestos

De las aguas mansas le libre Dios, que de las bravas me libro yo afirma el refrán, y con todas las reservas que se pueden poner a lo que se conoce como sabiduría popular, no es uno de los que más fallan. En efecto, esas personas de apariencia suave, como que van de puntillas y parece que nunca han roto un plato, son las que, en menos de un segundo, te pegan un corte en la yugular que te dejan sangrando como un guarro y con una cara de idiota que, mira que es mala suerte, morir así; para la última hora queda mejor una apariencia de que aquí no pasa absolutamente nada, una cara estoica, vamos, senequista, de escritor de humor inglés.
No me fío, no, de las caritas de pena, prefiero la mirada dura y por derecho, la que sabes que viene con la intención de un miura y, por lo menos, te da tiempo a encomendarte a algún santo de tu devoción. Es el caso de Elena Salgado, una persona de apariencia amable, eso, apariencia. Hay un dato de la vice de la vice que es poco conocido pero que ilustra bastante. Ocupó el cargo de lo que se puede definir como gestora o gerente del Teatro Real cuando estaba en restauración y ganó muy buenos dineros y despilfarró otros tantos. Ganó el PP y se puso a la incondicional disposición de los nuevos gobernantes sin empacho alguno; lo curioso es que el PP no la mantuviera en el puesto, que ya sabemos que el famoso complejo pepero en cultura es para escribir varios volúmenes con algunos apéndices, y es que no se enteran, pero hoy no toca ir por ese sendero.
Nunca me gustó la ministra, una intuición que nada tiene que ver con la política y que puedo aplicar a otras personas que no se mueven en la res publica; al fin y al cabo uno echó los dientes en una institución como la universidad, que ya se sabe la sibilina mala leche que se gasta; allí sí que los odios son eternos y las maniobras para destrozar al enemigo de tercera y hasta de cuarta y quinta intención.
Salgado ya descubrió sus cartas cuando la tomó con el tabaco y el vino. Vaya por delante que no fumo pero me parece cruel esta persecución hipócrita de los que lo hacen. Bien está que no se moleste al prójimo pero que se les trate como la Inquisición hacía los judíos y moriscos es demasiado. Esta señora, de maneras suaves en apariencia, se lanzó a degüello contra el tabaco. Siempre tengo presente que el primer diccionario de la Real Academia, el conocido como de Autoridades, se publicó con un impuesto sobre el tabaco; en consecuencia, algo bueno tiene el humo.
La misma saña puso en hundir la industria del vino y al vino mismo. Es curioso que se critique, y mira que han pasado años, a los puritanos de la Ley Seca, pues aquí tenemos a un ejemplar de esa fauna, le falta el cuello de encaje y los zapatos de tacón bajo, la Biblia en la mano, perdón que es laica, y el salmo en la boca. Miedo me dio.
Una característica de este gobierno y de la vice de la vice es que las palabras verdad y mentira no existen, son meras situaciones, momentos. Hoy toca el Plan E para rebañar unos números a este escalofriante y terrorífico tobogán del paro, en fecha preelectoral, claro está, que si no, ni caso; mañana tocan los brotes verdes, cursilada donde las hayas, aquí se dice hojas verdes o ramas verdes; pero más tarde o más temprano llega la hora de decir lo que el gobiernop sabía y se ha ocultado.
Nada de brotes, la crisis sigue y seguirá y por mucho tiempo, y para castigar a los que no han votado a Rodríguez, ahora, en calentito, te subo los impuestos del tabaco y de la gasolina, y la vice de la vice lo dice con candor de ursulina, con expresión de yo pasaba por aquí y, fíjate, qué cosas, pero que quedamos, que acabo la rueda de prensa y nos vamos de compras, que eso descansa mucho la tensión. No me voy a detener en el tabaco, pero subir la gasolina con la que está cayendo es una salvajada y Salgado, pues eso.

Fragmento apócrifo de Bibiana en el último Consejo de Ministros

Los niños y las niñas han sido malos y malas y los miembros y las miembras del gobierno que gobierna están muy cabreados y cabreadas y hay que ponerles un correctivo, así que se suben los impuestos para que los niños y las niñas vuelvan al buen camino del socialismo protector y jocundo, del socialismo de Rodríguez que está muy enfadado; por eso, nosotros y nosotras le vamos a hacer una fiesta laica muy bonita y va a cantar Sonsoles y le pondremos una piñata y seremos felices…

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