Aquí no pasa nada

Se inició el curso político con más de lo mismo, más de miles de tragedias personales, las de los hombres y las mujeres que se incorporan al paro, la de los autónomos que tienen que cerrar sus empresas, tragedias con nombres y apellidos, lo más opuesto a la abstracción. Se inició el curso político con la marcha de algunos que fueron ministros; sobre todo ese señor tan alegre e ingenioso, sí, Solbes, al que le atribuían unas cualidades que yo no he visto por ninguna parte. Un funcionario de manguitos y visera sin capacidad de reacción, con muchas contradicciones, demasiadas.

Se inicia el curso con Rodríguez solo, eso dicen los comentaristas políticos. No creo que, caso de que la esa soledad exista, le importe demasiado. Rodríguez, Atila para los suyos, ha apiolado a históricos y menos históricos. El presidente malhadado no se conmueve, él mira por encima de la prosa diaria, él está tan alto, tan alto..., sus ojos se dirigen a un socialismo de los mil años, el paro y la crisis no son relevantes en un proyecto que pretende ser infinito y que está apoyado en la impecable trayectoria democrática de Chávez y Morales, faros de su política de populismo analfabeto.

El presidente no ve matices, su ejercicio de simplificación de la realidad es extraordinario. Se trata de encontrar una frase para cada caso, una frase sencillita que se expande hasta llegar a una sociedad que, lamentablemente, tiene un nivel educativo en ruinas cutres, que no gloriosas. La frase debe ser, sobre todo, populista; debe ser irracional pero muy emotiva. No le falta talento demagógico ni capacidad para presentarse, en este caso, como una víctima del capitalismo más salvaje.

Rodríguez es muy, muy bueno y estaba dedicado a hacernos muy felices, iba apretando el nudo de la esclavitud con medidas que nada tenían que ver con la realidad, medidas muy progresistas; rodeado de un gabinete de diseño y de inmensa inteligencia intelectual, pactando a cencerros tapados con los extremistas, o con cualquiera que dé los votos suficientes. ¿Ética? ¿Cómo? ¿De qué me habla? Se le cruzó la crisis. Lo primero, negarla; lo segundo, huir, buscar culpables, yo no he sido dijo el niño al lado del jarrón roto, eso es España hoy, un jarrón roto que, además, no se ha pagado; eso sí, refrendos independentistas, todos los que ustedes quieran, y más, hay que distraer, hay que desviar la atención como sea, al precio que sea.

No son los recursos retóricos desconocidos, muy al contrario, son centenarios, se trata de encontrar un chivo expiatorio, ahora le toca a la banca. Rodríguez es el padre de todos los parados, el dispensador de 420 euros y tantas otras cosas; claro está que todo es mentira y que, con diferencia, es el peor gobernante en décadas aunque cada uno tiene lo que se merece y él ha tomado el pulso a extremistas y a millones de españoles. La subida de impuestos no afectará a todos los sufridores de las clases medias y seguiremos peor, situación que favorece los gobiernos personalistas con tendencia al caudillismo aunque se vista con lenguaje democrático.

Mucho trabjo queda por hacer. Hay que sacar del armario la palabra regeneración y aplicarla en todos los órdenes. Cuarenta años, sí cuarenta, desde el Libro Blanco de Villar Palasí, son muchos, y el sistema educativo se ha ido cayendo poco a poco. El PSOE es el gran responsable. En paralelo, la abdicación que han hecho las familias de sus obligaciones, el crecimiento de una sociedad débil que no quiere trabajar; en fin, todo eso que los progres de vía estrecha llaman catastrofismo y que la tozuda realidad muestra y demuestra cada día. La gestión de Rodríguez es nefasta y no es cuestión de lucha de partidos, es incapacidad de la persona que huye de los problemas y se cubre con la capa de la más burda demagogia.