Aguas revueltas

Bajan revueltas las aguas de la política y de la judicatura y lo más grave, en unos momentos de crisis que la realidad confirma con triste tozudez. Es evidente que el gobierno de Rodríguez es de un nivel subterráneo; es difícil igualarlo en ignorancia, soberbia e incompetencia, ya se sabe, pero también es cierto que es tremendamente eficaz a la hora de manejar los tiempos, a la hora de confundirlo todo, de mezclarlo todo. El caso Gürtel ya lleva dos vueltas y me imagino que tendrá algunas más. La primera fue la filtración por fascículos, con desprecio absoluto por la legalidad que impone el secreto del sumario, pero ya se sabe, aquí la legalidad se queda en las inscripciones de las lápidas; una vez que el tema casi se agotó vuelve a renacer como el Fénix con esos estremecedores cincuenta mil folios, todo un monumento a la incapacidad de síntesis y una demostración palpable de la esterilidad de la instrucción.

Coincide la publicidad del sumario con momentos muy complicados para el gobierno del gasto, del despilfarro, del modelo chavista – es un objetivo, así lo creo, repartir la pobreza a cambio de casi no trabajar y de ir deteriorando las libertades para llegar a un sistema de régimen al estilo del PRI -, qué casualidad; de nuevo la maquina empieza a agitar las mismas frases, las mismas fotos, los mismo estribillos. No me cabe duda de que se trata de una campaña perfectamente diseñada, perfectamente medida para romper una de las banderas que el PP ondea con razones probadas, la de la honradez. El objetivo se resume en: Lo ven, ciudadanos y ciudadanas, ellos son corruptos, todos somos iguales y nosotros somos más simpáticos, nosotros fomentamos la felicidad del limbo, el hedonismo sin tasa; de manera que ante dos partidos igualmente emporcados, el más “colegui” es el mejor.

Corresponde al PP actuar con rapidez y eficacia, de manera que lo penal y lo político no deben separarse, al menos “ad cautelam”. No se puede dar imagen de duda o de inacción; lo reitero, la imagen; no es que no se hayan tomado medidas pero es necesario incidir aún más para que la sociedad no iguale a quienes no son iguales. Hay que impedir que aumente la deserción de los ciudadanos frente a la imprescindible y noble labor política, es urgente que todos no caigan en el mismo saco porque eso significaría un daño a la base del sistema democrático.

Las acciones deben quedar claras lo antes posible en el plano político aunque las actuaciones legales tengan otro ritmo por su propia naturaleza.

He seguido, como no puede ser de otra manera, la saga de Garzón y me asombran los argumentos en pro y en contra del juez-estrella; mejor dicho, no me asombra porque el asombro lo perdí hace mucho tiempo. Garzón tiene un ego inmenso, infinito, al que todo queda subordinado. Estas personalidades son peligrosas por volubles, porque cambian en función de criterios subjetivos, sus intereses. No cabe duda de que ha prestado importantes servicios a la res publica y también es claro que se ha creído divino y por encima de los simples mortales.

Se ha hecho rico, muy rico y dicen los que saben que instruía muy mal y que estaba casi siempre de viaje, dando cursos y conferencias que cobraba a precio de oro. Eso se puede considerar falta de preparación y desatención a su trabajo pero nada más, y es mucho. Lo grave es que ha caído en el sectarismo. Un día se levantó y decidió añadir una línea a su currículum de justiciero y vengador, iba a ser el caballero que daría la lanzada al moro muerto, en este caso, a Franco muerto. Ha hecho el más espantoso de los ridículos y ha “olvidado” que el tema estaba resuelto desde 1977.Le ha salido el tiro por la culata y se le ha venido encima una de esas estatuas ecuestres de aquel señor bajito que se han ido retirando y, claro, el bronce pesa mucho.

En lo que se refiere a su estancia en Nueva York puedo hablar con bastante conocimiento de causa. Durante mis años de director del Instituto Cervantes colaboré mucho y con provecho con la Cátedra Juan Carlos I, desde conferencias hasta exposiciones. La NYU es una universidad privada y es fundamental para ella recaudar fondos; si el señor Garzón los aportó, bienvenidos fueron. Otra cosa es, conociendo el medio como lo conozco, el monto de la ayuda, muy por encima de los precios del mercado, el señor Garzón sabrá. No entro en otros aspectos que, como en Shakespeare, “huelen a podrido”.