Coincide la publicidad del sumario con momentos muy complicados para el gobierno del gasto, del despilfarro, del modelo chavista – es un objetivo, así lo creo, repartir la pobreza a cambio de casi no trabajar y de ir deteriorando las libertades para llegar a un sistema de régimen al estilo del PRI -, qué casualidad; de nuevo la maquina empieza a agitar las mismas frases, las mismas fotos, los mismo estribillos. No me cabe duda de que se trata de una campaña perfectamente diseñada, perfectamente medida para romper una de las banderas que el PP ondea con razones probadas, la de la honradez. El objetivo se resume en: Lo ven, ciudadanos y ciudadanas, ellos son corruptos, todos somos iguales y nosotros somos más simpáticos, nosotros fomentamos la felicidad del limbo, el hedonismo sin tasa; de manera que ante dos partidos igualmente emporcados, el más “colegui” es el mejor.
Corresponde al PP actuar con rapidez y eficacia, de manera que lo penal y lo político no deben separarse, al menos “ad cautelam”. No se puede dar imagen de duda o de inacción; lo reitero, la imagen; no es que no se hayan tomado medidas pero es necesario incidir aún más para que la sociedad no iguale a quienes no son iguales. Hay que impedir que aumente la deserción de los ciudadanos frente a la imprescindible y noble labor política, es urgente que todos no caigan en el mismo saco porque eso significaría un daño a la base del sistema democrático.
Las acciones deben quedar claras lo antes posible en el plano político aunque las actuaciones legales tengan otro ritmo por su propia naturaleza.
He seguido, como no puede ser de otra manera, la saga de Garzón y me asombran los argumentos en pro y en contra del juez-estrella; mejor dicho, no me asombra porque el asombro lo perdí hace mucho tiempo. Garzón tiene un ego inmenso, infinito, al que todo queda subordinado. Estas personalidades son peligrosas por volubles, porque cambian en función de criterios subjetivos, sus intereses. No cabe duda de que ha prestado importantes servicios a la res publica y también es claro que se ha creído divino y por encima de los simples mortales.
Se ha hecho rico, muy rico y dicen los que saben que instruía muy mal y que estaba casi siempre de viaje, dando cursos y conferencias que cobraba a precio de oro. Eso se puede considerar falta de preparación y desatención a su trabajo pero nada más, y es mucho. Lo grave es que ha caído en el sectarismo. Un día se levantó y decidió añadir una línea a su currículum de justiciero y vengador, iba a ser el caballero que daría la lanzada al moro muerto, en este caso, a Franco muerto. Ha hecho el más espantoso de los ridículos y ha “olvidado” que el tema estaba resuelto desde 1977.Le ha salido el tiro por la culata y se le ha venido encima una de esas estatuas ecuestres de aquel señor bajito que se han ido retirando y, claro, el bronce pesa mucho.
En lo que se refiere a su estancia en Nueva York puedo hablar con bastante conocimiento de causa. Durante mis años de director del Instituto Cervantes colaboré mucho y con provecho con la Cátedra Juan Carlos I, desde conferencias hasta exposiciones. La NYU es una universidad privada y es fundamental para ella recaudar fondos; si el señor Garzón los aportó, bienvenidos fueron. Otra cosa es, conociendo el medio como lo conozco, el monto de la ayuda, muy por encima de los precios del mercado, el señor Garzón sabrá. No entro en otros aspectos que, como en Shakespeare, “huelen a podrido”.
Se celebró el debate y cada uno se ha podido formar su opinión, directamente no muchos, la verdad, porque no creo que multitudes se hayan lanzado a los televisores y a las radios. La opinión se ha formado a partir de los resúmenes y de los artículos de opinión a los que quiero contribuir humildemente.
El punto de partida de todo debate es la realidad, los datos objetivos son tozudos aunque se puedan falsear o diluir en la realidad imaginada, en ese mundo de Alicia en el que vive de manera interesada el presidente. No niego su optimismo enfermizo, no niego su negativa a aceptar las malas noticias, incluso puedo admitir, que ya es admitir, que sea genético aunque esta bondad se compadece mal con su sectarismo, su prepotencia y su afán, poco democrático por cierto, de aislar al principal partido de la oposición, ni más ni menos que a la mitad, cuanto menos, de la sociedad española.
Los datos son negros, cuanto menos muy oscuros. El prestigio de España en el exterior es inexistente y estos años no se pueden presentar como modelo de buen gobernar. Rodríguez ha tenido como columna vertebral de su actuación; por una parte, el oportunismo de apoyarse en los grupos minoritarios en cada momento, en los más radicales que son los que mejor le van a su manera de pensar, por otra, el mensaje vacío, buenista, halagador y adormecedor que esconde las dificultades, las tragedias de millones de personas.
El problema es que esa realidad a la que me refería al principio ha dejado a Rodríguez con las vergüenzas al aire. Al principio la crisis no existía, después jugó con las palabras y, por último, se lanzó a una carrera hacia ninguna parte con tal de ganar tiempo. Esta es la clave, aguantar cueste lo que cueste, ya nos sacarán otros, ya tirarán otros, y en el momento en el que pueda dar el dato de la creación de un empleo, uno solo, creerá que ya está salvo y volverá a lo de siempre, al chalaneo de la “geometría variable”, a la sonrisa y al aquí no pasa nada, descansad y no penséis. Tampoco puede hacer mucho más porque lo que es gobernar y tomar medidas, aunque estas sean impopulares, ni de lejos.
En estos momentos el presidente se ha vestido de blanco y espera cual don Tancredo que el toro no lo enganche. El presidente necesitaba algo más que el hieratismo porque la charlatanería no es suficiente y la sonrisa se le ha quedado hecha mueca y para mayor inri la presidencia europea es un ridículo permanente y qué hacer. A alguien se le ha encendido la bombilla, un pacto, un pacto de todos y así el abrazo del oso será inocente en apariencia y el que acepte, salvo los nacionalistas y los radicales a los que se les da lo que pidan; es decir, el PP caerá en la trampa y serán aliados en el desastre con lo que su desgaste está garantizado. Sube Rodríguez a la tribuna lanza el mensaje: Mirad, oh pueblo, el PP no quiere “arrimar el hombro”, sólo desea la ruina. Mirad, oh pueblo, soy bueno y tiendo la mano pero nada de nada, ni poniendo ojitos tiernos, no aceptan.
¿Quién puede creer a estas alturas al esperpento de un gobernante?
Rajoy, lo menos que se puede decir de su intervención es que representa la dignidad, la honradez y el futuro. Superó a Rodríguez con largueza, transmitió seguridad y mostró y demostró que podemos salir de esta pesadilla que está durando demasiado tiempo.
Los romanos se atribuían el mérito de haber llevado al género satírico a su más alta expresión frente a los griegos que, con pleno derecho, consideraban a la tragedia de su propiedad. Los norteamericanos, a su vez, son los dueños del espectáculo. Quienes hemos vivido años en aquella nación-continente y lo hemos hecho desde lugares privilegiados para la observación lo podemos corroborar. Todo es un gran montaje y la política no podía ser una excepción; y no de ahora sino casi desde el nacimiento de su república tras la guerra de la independencia.
Espectáculo y sentimientos, imágenes y frases cortas, luces y colores, globos al cielo, música, actores y actrices, pasarela y alfombra, allí es normal, aquí no tanto, pero el PSOE de Rodríguez aprende pronto y no hace ascos a todo lo que le pueda dar votos y más en una situación como la que vivimos. Se ha criticado el musical de días pasados, no voy a entrar en esa senda, quiero explicar, si me es posible, la razón de tanta fanfarria y de tanto ministro y ministra travestidos de modelos por unos minutos, vieja y nueva guardia unidas en la transmisión de la nada optimista, del vacío envuelto en celofán de colores, de la palabrería hueca con sonrisa de payaso bobo pero simpático.
Allá va el garbo y donosura de la vice, allá el atuendo frailuno del de Educación, como le corresponde, la pijez, permítaseme el palabro, de Bibiana, tan inane por dentro como por fuera, el gesto adusto de quien no tiene ni la menor idea de economía, y así hasta la llegada apoteósica del dúo, Rodríguez y Sonsoles, imagen de hermanos, casi clones el uno de la otra y al revés. Claro está que para muchos esta es una percepción demagógica y falaz y consideran el colmo de la naturalidad, de la elegancia y del tronío a este gabinete; allá cada cual, esa es la verdadera libertad.
La pasarela de ministros era el coro de diseño para transmitir una imagen juvenil, dinámica, ágil, frente al vacío de los contenidos; aquí está la clave, le cambio una imagen por un pensamiento; de lo segundo no tengo, pues nada, déme de lo primero, de eso sí, hasta reventar. Allá iban para cantar las glorias de Rodríguez y les garantizo que funciona, lleva funcionando cinco años llenos de desastres objetivos y de mensajes subjetivos, impresionistas, mal articulados pero con muy buen rollito, de eso se trata de tener buen rollito, la realidad es otra cosa, aburrida, llena de colas de parados, de autónomos que cierran; de eso se trata, de vender que papá Rodríguez vela por todos. La sociedad española es muy dada a engatusarse con cualquier fruslería que les suene bien, es, guste o no, una sociedad posbarroca en la que la imagen vale más que el contenido.
Rodríguez articuló sonidos y poco más, alzó la voz en su universo mediático para proclamar dos cosas, la recesión ha pasado ya aunque no sepa ni pueda dar un dato al respecto, pero suena bien, a qué sí, a que es mejor creerlo que rebuscar en los contenedores de basura, o, para ser exactos, seguimos rebuscando pero con la ilusión de que esta pesadilla se acabará muy pronto. El segundo ¿mensaje? La nueva ley que va a sostener todo lo sostenible; eso no se lo cree nadie pero queda muy bien y los ecologistas y la izquierda extrema se pone como una moto. La nueva ley que va a cambiar el modelo de producción en un país donde no se produce, donde se trabaja muy poco porque la cultura dominante es la de los derechos y no la de las obligaciones, un país con un paro estremecedor, con una educación por los suelos y con una investigación que es para echarse a llorar por las esquinas.
Ya lo sé, es mejor el jazz y los presentadores idiotizados que hacen preguntas idiotas y se lo llevan calentito pero ojo y cuidado, así se ganan votos a espuertas y no hay que subestimar una estrategia que les está dando magníficos resultados.
Estoy seguro de que a Rodríguez lo que más le puede molestar es tener algo en común con Franco, ese señor bajito del que Garzón, el pasmo de los jueces, pidió el certificado de defunción para estar seguro de que no lo mandaba fusilar desde su tumba en el Valle, siempre es bueno asegurarse; pues bien, Rodríguez tiene en común con Franco una cualidad que se llama “baraca”, es una palabra del árabe marroquí que en su sentido estricto es don divino que poseen algunos elegidos; en uso más coloquial significa buena suerte y a fe que Rodríguez tiene baraca; mira que con la que está cayendo, con el crecimiento del paro, con la crisis rugiendo como marabunta por las callejuelas desoladas de la necesidad, con el déficit, con la corrupción de socialistas que se han presentado como ejemplos de honestidad en la gestión municipal, con el Alacrana; en fin, con un gobierno de chiste si no fuera tan dañino para la sociedad española, con un gobierno dando tumbos, vamos, como para estar por los suelos en las encuestas y nada, no hay manera, el PP se lo pone muy fácil.
Llevamos meses con todos los focos centrados en Valencia, en Madrid, en Costa, en Camps, en Aguirre, en Cobo, en Gallardón, y un día y otro y otro, crisis del PP, crisis del PP, mientras, Rodríguez desaparecido probándose la corona mural, el manto bordado con eles de laico y la nueva varita mágica de la demagogia, el equipo de la señorita Pepis para Europa. Rodríguez no se caracteriza por su valor, para dar la cara están el de Interior, un diablillo que es, con sus mentiras, sus escuchas, sus pasteleos, y la vicepresidenta, la de verdad, no la plañidera que sigue gritando ¡machista! Veo a la vice algo descompuesta pero será sólo una apreciación, ella sigue adelante con ese rictus de desprecio y soberbia que se le va acentuando hasta hacer de la cara mueca y de cada palabra una maldad; mientras que estén estos dos y alguno más que se añade según conviene, Rodríguez a lo suyo, es decir, justo a lo que no es de todos.
Es imprescindible que en el PP haya orden, disciplina y unidad, como es normal en todos los partidos que aspiran a gobernar y no a vegetar en la oposición; pero, claro, el PP olvida con enorme facilidad que tiene a la inmensa mayoría de los medios de comunicación en contra y que, pongamos un ejemplo, si a Rajoy le sale un panadizo y Rodríguez se parte una pierna, la noticia es esa leve inflamación de un dedo del presidente del PP, está es la purita verdad y lo demás son tonterías. Cualquier percance del PP se eleva a categoría máxima y cualquier desastre del PSOE se minimiza hasta casi desaparecer; de manera, que a aplicarse, a ser una piña y a hacer oposición con lo que le interesa a los ciudadanos; a los díscolos y a las díscolas se les aplica el reglamento de manera estricta y vamos “p´alante” que no está la magdalena para tafetanes.
Si yo fuera uno de los familiares de cualquiera de los marineros del Alacrana estaría poniendo velas a todos los santos, sólo de pensar que, en teoría, le corresponde a Exteriores, es decir, a Moratinos, llevar la negociación, no me cabría la camisa en el cuerpo. La diplomacia española es la que es, nada de nada, ridículo sobre ridículo, Moratinos un inútil con dilatada experiencia de inútil; a esto se le añade Garzón, otra vez, el diablillo de Interior y una señora adusta, seca, que no habla porque no se le vaya a estropear el futuro, que ella va para presidenta, el trío de la bencina, para echarse a temblar, para salir en manifestación que es lo que han hecho las familias y muy bien, mejor que bien, que si no gritan acaban los marineros como Cervantes en Argel, ahora no les quedará más remedio que trasladar a los piratas, vaya numerito con que si uno de ellos es menor, si no lo es, llévatelo tú, no, yo no, y, claro, pagar. Lo podrían haber hecho hace muchos días y ahorrar sufrimiento a mucha gente.
Creo que la respuesta a esta pregunta es importante en el actual contexto de desempleo, caída del consumo, incremento desorbitado de la deuda pública, crisis en suma. Sabemos, porque ya llevamos un quinquenio de declive general, que Rodríguez no se caracteriza por su humildad. Es un ejemplo acabado de sectario; es decir, persona fanática e intransigente de una idea. El fanatismo no admite matices, es estólido, es incapaz de aceptar el error, esa posibilidad no existe en su estructura mental y Rodríguez une a lo anterior el populismo más primario pero efectivo a la hora de vender una realidad que es un placebo, y funciona de la mano de los domesticados medios fieles y serviles al gobierno.
La política económica del ejecutivo, según el gobernador del Banco de España, nombrado por el gobierno por cierto, gasta más del cincuenta por ciento de lo que ingresa. Esta evidencia tiene un nombre, ruina, estamos instalados en la ruina y Rodríguez convencido de que hace lo mejor. Es muy peligroso tener de presidente del gobierno a un mesiánico de ignorancia oceánica. ¿Todos los expertos están equivocados? No por cierto, pero tampoco hay que pensar que Rodríguez no tenga sus planes.
La palabra social es la clave, el mensaje muy sencillo. Con la derecha cavernícola los pobres serían mucho más pobres, con el PP el paro sería infinito; sin embargo, aquí estamos nosotros se dirá a sí mismo, en la soledad de ese palacio gafado que se llama Moncloa, el nieto de Pablo Iglesias. Todos están equivocados menos yo, el único que sabe lo que le conviene a…, cómo se llama, me lo sé cuando tengo que hablar en público, pero aquí, en privado, en este silencio, no, no me acuerdo, es una palabra que no me sale, es el nombre del país, vade retro, lo de nación.
La palabra social es el principio y el fin, estamos con los pobres, los descamisados, por eso vamos a subir los impuestos. Oiga, que el IVA lo pagamos todos. Imbécil, no me venga con tonterías, no me estropee la foto paternalista de presidente experto en “pobreza controlada”, el IVA y lo que haga falta subo yo, menudo soy. Los pobres, los pobres, esos son mis votantes, esos mis fieles, yo los acaudillo, yo los comando, los dirijo, yo, yo, yo…
Nada de bajar impuestos, nada de plantearse reformas consensuadas del mercado laboral, nada de incentivar el trabajo, el esfuerzo, nada de eso, tranquilidad, serenidad, subvención, papá Estado, papá Rodríguez, que no se puede comer en chiringuito, pues se come en la arena un bocadillo de algo pero sin trabajar, esa es la cultura que impulsa este gobierno y este sistema educativo que, por supuesto, ni es sistema ni es educativo.
Rodríguez piensa que ya tirarán los demás, que ya nos sacarán del pozo esos países tan lejanos a sus planteamientos políticos, que hasta 2012 queda tiempo, eso, tiempo, boqueando fuera del agua resiste con inyecciones de demagogia, aguantar y me recuperaré, esa es la explicación a la pregunta inicial.
Ningún especialista, salvo los de la corte que le rodea y le adula, cree en los presupuestos presentados como motor de una recuperación imaginaria, nadie cree en las medidas de parche presentadas como remedio al paro galopante. Todo se fía al trabajo de los demás, al de los otros países europeos. Creo con toda convicción que hay que remontarse a Fernando VII para encontrar semejante cúmulo de desastres e incapacidad en un (des)gobernante.
Se inicia el curso con Rodríguez solo, eso dicen los comentaristas políticos. No creo que, caso de que la esa soledad exista, le importe demasiado. Rodríguez, Atila para los suyos, ha apiolado a históricos y menos históricos. El presidente malhadado no se conmueve, él mira por encima de la prosa diaria, él está tan alto, tan alto..., sus ojos se dirigen a un socialismo de los mil años, el paro y la crisis no son relevantes en un proyecto que pretende ser infinito y que está apoyado en la impecable trayectoria democrática de Chávez y Morales, faros de su política de populismo analfabeto.
El presidente no ve matices, su ejercicio de simplificación de la realidad es extraordinario. Se trata de encontrar una frase para cada caso, una frase sencillita que se expande hasta llegar a una sociedad que, lamentablemente, tiene un nivel educativo en ruinas cutres, que no gloriosas. La frase debe ser, sobre todo, populista; debe ser irracional pero muy emotiva. No le falta talento demagógico ni capacidad para presentarse, en este caso, como una víctima del capitalismo más salvaje.
Rodríguez es muy, muy bueno y estaba dedicado a hacernos muy felices, iba apretando el nudo de la esclavitud con medidas que nada tenían que ver con la realidad, medidas muy progresistas; rodeado de un gabinete de diseño y de inmensa inteligencia intelectual, pactando a cencerros tapados con los extremistas, o con cualquiera que dé los votos suficientes. ¿Ética? ¿Cómo? ¿De qué me habla? Se le cruzó la crisis. Lo primero, negarla; lo segundo, huir, buscar culpables, yo no he sido dijo el niño al lado del jarrón roto, eso es España hoy, un jarrón roto que, además, no se ha pagado; eso sí, refrendos independentistas, todos los que ustedes quieran, y más, hay que distraer, hay que desviar la atención como sea, al precio que sea.
No son los recursos retóricos desconocidos, muy al contrario, son centenarios, se trata de encontrar un chivo expiatorio, ahora le toca a la banca. Rodríguez es el padre de todos los parados, el dispensador de 420 euros y tantas otras cosas; claro está que todo es mentira y que, con diferencia, es el peor gobernante en décadas aunque cada uno tiene lo que se merece y él ha tomado el pulso a extremistas y a millones de españoles. La subida de impuestos no afectará a todos los sufridores de las clases medias y seguiremos peor, situación que favorece los gobiernos personalistas con tendencia al caudillismo aunque se vista con lenguaje democrático.
Mucho trabjo queda por hacer. Hay que sacar del armario la palabra regeneración y aplicarla en todos los órdenes. Cuarenta años, sí cuarenta, desde el Libro Blanco de Villar Palasí, son muchos, y el sistema educativo se ha ido cayendo poco a poco. El PSOE es el gran responsable. En paralelo, la abdicación que han hecho las familias de sus obligaciones, el crecimiento de una sociedad débil que no quiere trabajar; en fin, todo eso que los progres de vía estrecha llaman catastrofismo y que la tozuda realidad muestra y demuestra cada día. La gestión de Rodríguez es nefasta y no es cuestión de lucha de partidos, es incapacidad de la persona que huye de los problemas y se cubre con la capa de la más burda demagogia.