La pasarela de Rodríguez


Los romanos se atribuían el mérito de haber llevado al género satírico a su más alta expresión frente a los griegos que, con pleno derecho, consideraban a la tragedia de su propiedad. Los norteamericanos, a su vez, son los dueños del espectáculo. Quienes hemos vivido años en aquella nación-continente y lo hemos hecho desde lugares privilegiados para la observación lo podemos corroborar. Todo es un gran montaje y la política no podía ser una excepción; y no de ahora sino casi desde el nacimiento de su república tras la guerra de la independencia.




Espectáculo y sentimientos, imágenes y frases cortas, luces y colores, globos al cielo, música, actores y actrices, pasarela y alfombra, allí es normal, aquí no tanto, pero el PSOE de Rodríguez aprende pronto y no hace ascos a todo lo que le pueda dar votos y más en una situación como la que vivimos. Se ha criticado el musical de días pasados, no voy a entrar en esa senda, quiero explicar, si me es posible, la razón de tanta fanfarria y de tanto ministro y ministra travestidos de modelos por unos minutos, vieja y nueva guardia unidas en la transmisión de la nada optimista, del vacío envuelto en celofán de colores, de la palabrería hueca con sonrisa de payaso bobo pero simpático.




Allá va el garbo y donosura de la vice, allá el atuendo frailuno del de Educación, como le corresponde, la pijez, permítaseme el palabro, de Bibiana, tan inane por dentro como por fuera, el gesto adusto de quien no tiene ni la menor idea de economía, y así hasta la llegada apoteósica del dúo, Rodríguez y Sonsoles, imagen de hermanos, casi clones el uno de la otra y al revés. Claro está que para muchos esta es una percepción demagógica y falaz y consideran el colmo de la naturalidad, de la elegancia y del tronío a este gabinete; allá cada cual, esa es la verdadera libertad.




La pasarela de ministros era el coro de diseño para transmitir una imagen juvenil, dinámica, ágil, frente al vacío de los contenidos; aquí está la clave, le cambio una imagen por un pensamiento; de lo segundo no tengo, pues nada, déme de lo primero, de eso sí, hasta reventar. Allá iban para cantar las glorias de Rodríguez y les garantizo que funciona, lleva funcionando cinco años llenos de desastres objetivos y de mensajes subjetivos, impresionistas, mal articulados pero con muy buen rollito, de eso se trata de tener buen rollito, la realidad es otra cosa, aburrida, llena de colas de parados, de autónomos que cierran; de eso se trata, de vender que papá Rodríguez vela por todos. La sociedad española es muy dada a engatusarse con cualquier fruslería que les suene bien, es, guste o no, una sociedad posbarroca en la que la imagen vale más que el contenido.




Rodríguez articuló sonidos y poco más, alzó la voz en su universo mediático para proclamar dos cosas, la recesión ha pasado ya aunque no sepa ni pueda dar un dato al respecto, pero suena bien, a qué sí, a que es mejor creerlo que rebuscar en los contenedores de basura, o, para ser exactos, seguimos rebuscando pero con la ilusión de que esta pesadilla se acabará muy pronto. El segundo ¿mensaje? La nueva ley que va a sostener todo lo sostenible; eso no se lo cree nadie pero queda muy bien y los ecologistas y la izquierda extrema se pone como una moto. La nueva ley que va a cambiar el modelo de producción en un país donde no se produce, donde se trabaja muy poco porque la cultura dominante es la de los derechos y no la de las obligaciones, un país con un paro estremecedor, con una educación por los suelos y con una investigación que es para echarse a llorar por las esquinas.




Ya lo sé, es mejor el jazz y los presentadores idiotizados que hacen preguntas idiotas y se lo llevan calentito pero ojo y cuidado, así se ganan votos a espuertas y no hay que subestimar una estrategia que les está dando magníficos resultados.

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